Colores
La vida tiene un entramado infinito de caminos y senderos, algunos inexplorados por los cuales nos puede conducir, y nos conduce, pudiéramos creer que es incierto el destino, el lugar a donde llegaremos, e incluso la manera como nos trasladaremos hasta llegar a algún punto, que por cierto no sabremos si es en el que debemos estar.
En la muy particular experiencia de mi caso, me ha conducido por caminos de maravilla, sendas majestuosas y algunos otros escarpados pedregosos, los menos por cierto, aunque, estoy convencido que lo bello y no tanto de este efímero viaje, depende como lo dice Campoamor, … del cristal con que se mira… y no me cabe duda de que hoy el cristal en turno es verde esmeralda, algunas otras azul-grana, o blanco merengue, y no por que sea Yo el que escoge el color, o porque no existan más, sino porque desde hace unos años, pocos en realidad, entiendo con claridad el concepto, o mejor dicho el sentimiento de ser aficionado, “hincha” como dicen los argentinos, “de la barra” en otras latitudes, de entonar canticos, de esperar con ansia el día del partido y de todo lo que hace hermoso al fut-bol gracias a mis hijos; dos pequeños aficionados, el tercero por cierto es disidente, debo aclarar que su disidencia se basa, no en el gusto por otro deporte o por otra actividad cualquiera sino en la mera posibilidad de ser disidente, parece que eso le llenara de placer, llevar la contra, querer otra cosa, pedir diferente, ser distinto, sin pasiones ni objetivos, solo ser disidente.
Sin embargo, los dos pequeños aficionados, de patio, de cascara callejera, y en muchos casos hasta de recamara, sala y bañera, optan por distorsionar la realidad con la imaginación, de pronto se convierten, se transfiguran en Cristiano, en Messi, en Casillas, en Ochoa, Neymar, James o algún grande del balompié disponible para jugar con ellos, es fabuloso verlos, me llena el espíritu, muy en especial cuando ellos no se den cuenta, en sus encuentros no hay reglamentos, solo pausas para tomar agua, amarrar la agujetas de los zapatos, sobarse algún raspón en las rodillas, acomodar los botes que sirven de porterías de algún gran estadio de Europa o atender las demandas de los padres, que con sus cantaletas impertinentes y fastidiosas interrumpen épicos partidos.
La afición de estos dos pequeños no es a un equipo, el amor no es a los colores de la camiseta, es al fut-bol, a la bendita pelota, a la cascada de reacciones químicas que se producen en el cerebro, aderezan el corazón, y estrujan el alma desde dentro al ver el verde pasto inmaculadamente iluminado por las luces al entrar al estadio, es por la adrenalina del silbato, por el inicio, por el rodar del balón, y… al pensarlo, me doy cuenta, que tampoco es por eso; es por la vida, por disfrutar al máximo cada momento disponible, es por correr, por saltar y reír, es por crecer felizmente, sin angustias, ni preocupaciones, sin planear, es por saber que siempre tendrá a mano, durmiendo en cada noche en la cama de junto al mejor amigo incondicional, que estará ahí siempre, el compañero inagotable de juegos, de partidos imaginarios, de travesuras, con el que crecerá hasta dejar de ser niño y que con los años se convertirá en cómplice de aventuras y conquistas… que por el momento no quiero imaginar y prefiero continuar pensando en la inocencia de sentimientos y ambiciones de la infancia, la de los niños menores de diez años , porque llegara el día en que no habrá más balón, no personificaran a ninguna estrella del deporte, no habrá juegos de final del campeonato del mundo que vallan a penales en el patio de atrás, ni triunfos, ni levantar copas imaginarias, pero estarán ahí para acompañarse, para darse la mano y ponerse el hombro, para sudar y sufrir juntos, para vivir, crecer, madurar y curtirse por las experiencias buenas y malas, para enfrentar lo que sea necesario porque siempre, siempre serán hermanos y ahí, en eso, se vera recompensada la paciencia y la ternura de la infancia, en ese momento, también el pequeño, el disidente, en eso sí estará de acuerdo, con certeza lo se y por eso vivo tranquilo, feliz.
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