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Rollos


Rp. Genaro Velazquez.

La parroquia de “Nuestra Señora de la Asunción” está situada en la comunidad Rural de Comanja de Corona Jalisco, en esta comunidad se han suscitado demasiados eventos de los cuales, por medio de los periódicos nos hemos enterado, sin embargo, hay otros de los que no sabemos, uno de ellos en particular es al que me refiero.


Durante un representativo número de años, no sé si desde la perspectiva del tiempo sean muchos o pocos, pero si que fueron representativos, la parroquia, el pueblo y las personas de Comanja estuvieron a cargo del padre Genaro Velázquez, hombre sensato, de gran sencillez, fe y caridad, quien por los años noventas, en las vísperas de la Semana Santa, recibía alegremente a un contingente de entre 45 y 100 jóvenes que durante la Semana Mayor, eran distribuidos por él a las diferentes comunidades rurales que se encontraban dentro del territorio parroquial.


Así que de pronto, el sábado siguiente al Viernes de Dolores, un par de autobuses irrumpían en la quietud del pueblo, pues al estacionarse en el jardín frente a la parroquia, descargaban a montones de jóvenes, llenos de impetuosas iniciativas, entre las que desataban, gritar, correr y saltar, en ese orden de importancia.


Una vez que el ruido se hacía presente, el Padre Genaro salía a recibir a los jóvenes, con una paz y alegría que solo da el estar cerca de Dios, –siempre con el alba puesta y con una sonrisa que inspiraba una desmedida ternura y confianza- daba la bienvenida a los impetuosos visitantes.


Los llamaba en un gran círculo en el jardín principal y les daba a conocer la alegría que tenía por recibirlos, luego les proponía pasar al templo parroquial y hacer un poco de oración y así los ímpetus se ordenarían, luego les oficiaba misa e imponía las manos a los jóvenes en señal de enviarlos a la misión de llevar los oficios propios de la Semana Santa a cada una de las comunidades que tendrían como destino los diferentes grupos de jóvenes.


Todos ellos con rosario y cruz misionera en el cuello, partían a sus diferentes comunidades, mientras el padre Genaro organizaba todo cuanto fuera menester en la parroquia.


Cada día, lleno de actividades fervorosas, lo dejaban agotado, desde el lavatorio de los pies, la aprehensión de Nuestro Señor, las tres caídas representadas en todo el pueblo, el Vía Crucis, el Vía Matrix, la adoración de la Cruz, era agotador, y ya entrada la noche, preguntar por los jóvenes misioneros de cada comunidad y justo antes de ir a dormir, ya después de media noche y en el secreto de su habitación, donde nadie lo veía, se ponía de rodillas y elevaba sus oraciones al cielo por cada uno de los misioneros de las diferentes comunidades, muchas veces el sueño lo vencía y se quedaba dormido de rodillas, pidiendo por la vocación de cada uno de tantos jóvenes.


En la vida de austeridad que acostumbró toda su vida, estaba el recibir a los jóvenes misioneros el Domingo de Resurrección con una gran comida, en donde las personas que servían en la parroquia participaban, torteando, guisando y asando carne, era la costumbre que él tenia para despedirlos de regreso a la ciudad.

Para todos estos jóvenes él les daba, fe, esperanza, sentido de caridad y de donación, a esos jóvenes les daba todo pues de ellos recibía… no, no recibía nada, él se los daba todo.


Sin embargo, pasaron los años y como en la vida de cualquier sacerdote, el cambio de parroquia llegó, debió dejar Comanja y se instaló en la parroquia de de la Inmaculada concepción en Linda vista, ahí sirvió a los feligreses hasta el pasado 19 de febrero, día en que fue llamado a la casa del Padre Eterno.


Imagino que ese día, el de su juicio personal, se presentó con gran humildad, y con silenciosos pasos se acercó a las puertas del cielo, en donde fue recibido con los brazos abiertos, en donde Nuestro Señor, junto con su madre y San Pedro, lo esperaban, en una gran alegría le fue entregado su sitio en la paz de Dios.


Una vez que instalaron al Padre Genaro en la gloria, Nuestro Señor le preguntó a San Pedro:

-Pedro, desde que llegó Genaro, traes cargando esos rollos, ¿qué son?

-Señor son documentos importantes- respondió San Pedro con presteza.

- Pero Pedro, ¿no pudiste dejarlos por ahí para recibir a mi amigo?, ¿qué dicen esos rollos?

En ese momento San pedro abrió uno de los doce rollos grandísimos que cargaba, y mostró el contendido a Nuestro Señor.

-Son los nombres y las oraciones de los jóvenes misioneros a los que Genaro ayudó a encontrar su vocación, los traje por si hacía falta refrescarte la memoria…


Descanse en paz, Padre Genaro Velázquez.


Iván García







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