Una pausa en el camino
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Honduras se ubica al sur de Guatemala y al norte de el Salvador, es el país 102 en extensión territorial a nivel global, cuenta una superficie de 112 492 kilómetros cuadrados, se ubica en el 99º puesto de desarrollo económico con respecto al producto interno bruto con alrededor de 38 mil millones de dólares y una población de poco menos de 9 millones de habitantes, su capital es Tegucigalpa, municipio conurbado con Comayagüela, que juntos forman la ciudad mas grande de honduras, concentran 1 millón 200 mil habitantes, casi la octava parte de la población de la población total nacional, la mayor actividad económica de Honduras es la producción agrícola de bananas, prácticamente el 50% de la población es rural.
Vale al pena hacer la referencia anterior ya que en estos días encontré a un grupo de migrantes, pidiendo “ayuda económica” para poder comer algo, me detuve a platicar un poco con uno de ellos y le pregunte ¿De donde vienen? de la capital de honduras- me contesto- ya tengo tres y medio meses en el viaje, y ¿a dónde vas? A Santa Mónica- mustió- con una voz entrecortada que de pronto me genero gran ternura, pues aquella escena no era para menos, un hombre entrado en los treinta años, de al menos un metro ochenta de estatura, corpulento, con tez de por si oscura y mas aún, por el sol y el azote de un inclemente viaje, doblado en sentimientos, por el simple hecho de sentirse tan alejado de su destino como de su hogar, -pero-, hizo una pausa, como tomando valor para poder pronunciar –ya me quiero regresar- he pasado por mucho, -¿será que usted me pueda ayudar?, para ese momento, solo por su expresión, ya me había convencido de que en verdad necesitaba ayuda, no de mi, sino de quien pudiera o quisiera ayudarle. Le conteste, sin reparo, que le ayudaría, me pidió que lo acercara a una oficina de migración, y así lo hice.
En el camino me dijo, - soy casado, tengo dos hijos, en mi país, salgo a la sierra y mato serpientes, mi esposa las desolla y hace cintos y de eso vivimos, o de cualquier otro trabajo que puedo conseguir, pero esta difícil, no es como aquí, allá los comercios cierran alas cinco y después de eso hay muy poco; extraño mi tierra, dijo mientras llegábamos al lugar. Por la hora o por alguna otra extraña razón, la oficina estaba cerrada. Abatidos por no poder solicitar la deportación en el momento, le pregunte que si podía hacer algo más por Él, ¿ya comió algo? Le pregunte,- si he comido muy bien, en tu país la gente es muy generosa y no he pasado hambre ni un sol día, llevo un mes sin dinero-, aquí me quedaré, a esperar que mañana llegue alguien y me pueda deportar, Estoy lejos de mi casa, lejos de mi familia, nunca debí venir, salí de mi casa con la ilusión de mandar dinero, para comprar cosas, para que los hijos fueran a la escuela, de una vida diferente para ellos, no para mi, para ellos y mire, donde estoy, hace un mes que no puedo hablar con mi familia, deben estar muy preocupados, han de pensar que algo me paso; no se que les diré cuando regrese, gasté el dinero que había juntado para el viaje, no llegue y tendré que regresar peor de cómo me fui, ¡Debí pensar en eso! Terminó dándome una enseñanza que no olvidare jamás., “nunca deje a su familia, sea bueno con los niños, y nunca le pedirán nada más”.
Pasamos los días sin darnos cuenta que estamos aquí, con los que no extrañamos, con los que convivimos siempre, con los cercanos, con los que amamos, con los que nos esperan sin habernos ido, con los que nos conocen como somos, con los que nos quieren sin más. Estemos pues presentes, que nos noten, que nuestra compañía tenga sabor, que nuestro regreso cotidiano sea mejor que nuestra partida matutina, que las personas que seamos mañana, sean mejores que las somos hoy, pues así estaremos completos con “ellos” con los nuestros, y no nos pedirán más pues les habremos dado todo lo que somos, en nuestra mejor versión.
León esta a 2200 km de Tegucigalpa y a 2600 km de santa Mónica California, a veces es importante hacer una pausa en el camino para poder encontrar nuestro verdadero destino.